La apostasía tiene sus raíces en el fracaso moral


“La insensatez del hombre tuerce su camino, y luego contra Jehová se irrita su corazón” (Pro 19:3).


No hay un libro de psicología como la Biblia. Nos permite penetrar en la conducta humana como no lo podríamos conseguir con ningún otro instrumento. En el versículo de hoy, por ejemplo, se describe a un hombre que hace naufragar su vida a causa de un capricho. Sin embargo, en vez de aceptar su culpa, se vuelve contra Dios y descarga sobre él su rencor.

¡Cuán cierto resulta esto cuando lo referimos a la vida! Hemos conocido a muchos que profesan ser cristianos pero que llegaron a caer en formas viles de inmoralidad sexual. Esto les llevó a la vergüenza, la desgracia y la ruina financiera. Pero, ¿se arrepintieron? No, sino que se volvieron contra Cristo, renunciaron a la fe, y se convirtieron en ateos militantes.

Más frecuentemente de lo que nos damos cuenta, la apostasía tiene sus raíces en el fracaso moral. A. J. Pollock relata su encuentro con un joven que comenzó a vomitar toda clase de dudas y a negar las Escrituras. Cuando Pollock le preguntó: “¿Con qué pecado está usted condescendiendo?” El joven, destrozado, relató una escandalosa historia de pecado y libertinaje.

Lo grave de este asunto está en el modo perverso en que el hombre se enfurece contra Dios cuando sufre las consecuencias de sus propios pecados. W. F. Adeney decía: “Es monstruoso acusar a la providencia de Dios por padecer las consecuencias de acciones que explícitamente ha prohibido”.

¡Qué cierto es que: “todo aquél que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”! (Jn 3:20). El apóstol Pedro nos recuerda que los escarnecedores que “caminan según sus propios malos deseos”, son “voluntariamente ignorantes”. Pollock comentó: “Esto pone de manifiesto la importante verdad que la incapacidad y oposición para aceptar la voluntad de Dios es en gran parte de carácter moral. Los hombres desean continuar en sus pecados. La carne tiene una aversión natural hacia Dios. Lo que ofende a los hombres es el carácter penetrante de la luz, y la influencia restrictiva de la Biblia. No es tanto la cabeza la que tiene la culpa sino el corazón”.
William MacDonald
De día en día

Ex-terrorista palestino que abrazó el cristianismo

El plan de paz de Barack Obama para Medio Oriente cuenta con que el grupo palestino Fatah se convierta en socio de Israel. Eso es más fácil decirlo que hacerlo. Los líderes de Fatah han reafirmado su compromiso con lo que llaman “la resistencia armada”. Ellos también se niegan a reconocer a Israel como un estado judío.

Todo esto suena muy familiar para Tass Saada, un palestino que se unió al Fatah cuando tenía sólo 17 años. Según él dijo a CBN News, se unió al movimiento Fatah, porque Arafat era su héroe.

Saada se unió al líder de Fatah tras la Guerra de los Seis Días en 1967. “Solía sentarme frente a Arafat y me quedaba mirándolo. El era un líder muy carismático”, comenta.

El palestino creía que los judíos habían robado su tierra y estaba determinado a ayudar a destruírlos. “Nuestro entrenamiento era especializado en tácticas intensivas. Nos llamábamos guerrilleros ó comandos”.

Saada se convirtió en un francotirador cuyo sobrenombre era “carnicero”. Según comenta su trabajo era disparar al comandante de la unidad enemiga. Además de este sangriento trabajo, Saada también intentó asesinar al príncipe de Jordania.

Pero su trabajo más prestigioso fue ser chofer personal de Yasser Arafat. “Todos sabían que yo era un conductor temerario, así que cuando era necesario trasladar a Arafat de un lugar a otro en Jordania rápidamente, me llamaban para hacerlo”.

Eventualmente Saada viajó a Estados Unidos para estudiar. Entonces ya se había alejado de la ‘Yihad’ ó Guerra Santa, pero aún odiaba a los judíos. Se convirtió en el exitoso gerente de un restaurant, se casó con una mujer americana y tuvo dos hijos. Pero era miserable y llevaba un estilo de vida alocado. Hasta que un amigo le habló de Jesús.

“El colocó una Biblia en medio de los dos y yo me asusté y me alejé de la Biblia. El dijo, ‘¿por qué te alejas así?’, yo dije, ‘no puedo tocar eso’. El dijo, ‘¿por qué, es sólo un pedazo de papel’, y yo: ‘no, tiene escrito el nombre de Dios y las palabras de Dios’. El dijo, ‘entonces ¿crees que esta es la palabra de Dios?’, yo dije ‘sí’. No sé porque dije sí pues los musulmanes no creen que la Biblia sea válida como palabra de Dios”.

En ese punto Saada dice perder la conciencia momentáneamente. “Lo siguiente que recuerdo es estar de rodillas con mis manos alzadas, invitando a Jesús. El resto es historia”.

Luego su amigo lo puso en otra encrucijada. “El dijo, ‘para tener la paz que yo tengo, debes amar a los judíos’. Yo me quedé frío. Él sabía cuánto odiaba yo a los judíos”.

Pero Saada dejó pasar ese odio y comenzó a ver a Israel de una forma diferente. Su libro, “Un antiguo hombre de Arafat” narra su transformación.
“No creo en la solución de los dos estados porque creo que esa tierra pertenece a los judíos. No nos pertenece a nosotros. Pero, por otro lado, creo que tenemos el derecho de vivir en esa tierra”.

Ahora Saada pasa el tiempo en la Franja Occidental y en Gaza, ayudando a proveer necesidades de los palestinos a través de su organización caritativa, Semillas de Esperanza.

El dice que los musulmanes se están volviendo a Cristo en grandes números.
“Millones de musulmanes en todo el mundo, especialmente en Arabia Saudita, en Qatar, en todas las 12 naciones de Ismael, hay muchas conversiones”.

Por eso Saada confía que la paz algún día vendrá a la región, una paz que los políticos nunca podrán ofrecer.


Fuente: NDC

Musulmanes renuncian al islam para abrazar la fe en Cristo

Bracelona - España.- "¿Crees en el Señor Jesucristo como único y suficiente salvador?", pregunta, con voz firme, elpastor José Luis Fernández. "Sí", contesta en el mismo tono el creyente, y se deja sumergir en la pila bautismal del tamaño de una pequeña piscina.

Esta modalidad de bautismo se repite cada domingo en las parroquias evangélicas de España, pero la que se desarrolla en Les Roquetes de San Pere de Ribes (Barcelona) es especial: el bautizado se llama Mohamed Karami, ingeniero industrial de 37 años, y es un inmigrante marroquí. "Es el primer exmusulmán al que bautizo", señala orgulloso José Luis.

Con la camiseta blanca empapada, Karim se dirige al micrófono y toma la palabra. Habla de las "muchas etapas" de su vida, de la "curiosidad" que sintió por la religión de su mujer, que es latinoamericana, y por fin, de ese año 2008 en el que "ocurrió algo muy especial". "Tuve un encuentro con el Señor". "Le entregué mi vida". "Fue mi nueva fecha de nacimiento", concluye.

El centenar de fieles, en su mayoría españoles, que abarrotan el templo irrumpen a aplaudir al tiempo que en la pantalla de un televisor aparece la letra de unos cánticos que entonan con entusiasmo.

Los más enardecidos, los que más palmotean al ritmo de la música, son dos pastores, Hassan, de Alhucemas (Marruecos), y Said de Cabilia (Argelia), muy dedicados a la inmigración.

Entre los fieles hay también dos marroquíes que, como Mohamed, renunciaron al islam para convertirse hace años al cristianismo y dos chicas jóvenes de Tánger que, según cuentan, han acudido "por curiosidad".

Son advertidas de que en el templo hay un fotógrafo y un periodista les buscan afanosamente. "Por favor, que no salgan nuestros nombres ni nuestros rostros en el periódico", nos ruegan. "Podríamos tener problemas con nuestra familia si se entera", aseguran.

Mohamed, el bautizado, tampoco le ha contado a su madre, de 73 años -su padre militar falleció durante la guerra del Sáhara Occidental- su conversión. "Algún día iré a Marraquech, se lo diré y lo acabará aceptando", afirma.

"Hay países musulmanes que prevén la pena capital para los que hacen apostasía, pero incluso en los que no estipulan ese castigo, la conversión significa la muerte civil del converso", sostiene el periodista cristiano libanés Camille Eid, autor del libro Cristianos llegados del islam, publicado en 2006 en Italia. "De ahí que hasta los inmigrantes sean remisos a declarar su nueva fe".

Mohamed recuerda que cuando se empezó a acercar al cristianismo, a través de su suegra, le "gustó que se pudiera orar cantando con alegría". "A nosotros, los musulmanes, nos cuesta mostrar nuestros sentimientos", se lamenta. "El bautizo es para mí anunciar que crees y que has entregado tu vida al Señor".

La pasión que muestra Mohamed sorprende. "Los conversos deben superar tantas trabas psicológicas y hasta jurídicas que su envite es auténtico y entusiasmado", precisa Camille Eid.

Mohamed tiene claro por qué se ha hecho evangélico y no católico: "No puedo aceptar que deba haber un intermediario entre Dios y yo". La mayoría de los exmusulmanes conversos al cristianismo optan por el evangelismo por razones más pedestres: sus pastores hacen mucho más proselitismo que los sacerdotes católicos.

Said, el pastor argelino, por ejemplo, consagra las tardes de los sábados a reunir en una iglesia metodista de la calle de Aragón de Barcelona, a una decena de conversos como él con otros tantos inmigrantes marroquíes que "quieren saber en qué consiste nuestra religión".

En torno a una modesta merienda, los primeros cuentan sus experiencias, los segundos, preguntan. "Cristo nunca dijo que no te van a mirar mal por seguirle", les explica Said. "No hay que dejarse intimidar", prosigue. "Hay que levantar alta la bandera". "Las batallas se ganan con la palabra y no con los fusiles". "Y la palabra es Cristo". Después lee la Biblia y por último los conversos rezan en árabe y español.

¿Cuántos musulmanes se convierten al año al cristianismo en España? No hay ninguna estadística. En Francia, donde la comunidad musulmana es más numerosa, se estima que son unos 600. En España son menos, muchos menos en todo caso que el número de españoles que se hacen musulmanes y que además lo proclaman. Lógico, según Camille Eid, "porque en el islam solo hay una puerta de entrada, pero no de salida".

Fuente: NDC

Dios controla todas las cosas

“El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Gen 18:25)
Hay misterios tan profundos en la vida que no los podemos penetrar, pero podemos descansar confiando en que el Juez de toda la tierra es el Dios de la justicia absoluta e infinita.

Por ejemplo, persiste la cuestión de qué pasa con los niños que mueren antes de poder confesar al Señor. Pero debe bastarnos con saber que: “de los tales es el reino de Dios”. Queremos creer que están seguros por medio de la sangre de Jesús. Sin embargo, hay otros a quienes esta respuesta no les deja satisfechos, pero todos debemos descansar sabiendo que todo lo que Dios hace está bien hecho.

Han pasado ya muchos siglos desde que se comenzó a discutir por vez primera el problema de la elección y la predestinación. ¿Escoge Dios a algunos para la salvación sin que al mismo tiempo escoja a otros para ser condenados? Después de todo lo que han dicho calvinistas y arminianos, podemos y debemos confiar por completo en que en Dios no hay injusticia.

Y de nuevo nos topamos con la aparente injusticia de cómo a menudo prospera el malvado mientras que los justos pasan a través de grandes tribulaciones. Se sigue debatiendo acerca de la suerte de los paganos que nunca han escuchado el evangelio. Los hombres se rompen la cabeza preguntándose por qué Dios permitió la entrada del pecado. Una y otra vez nos quedamos mudos ante las tragedias causadas por la pobreza y el hambre y los horribles daños físicos y mentales que la gente padece. La duda murmura continuamente en nuestros oídos: “Si Dios controla todas las cosas, ¿por qué permite todo esto?”

Mas la fe contesta: “Espera hasta que se escriba el último capítulo. Dios no ha cometido todavía Su primer error. Cuando seamos capaces de ver las cosas desde una perspectiva más clara, nos daremos cuenta de que el Juez de toda la tierra ha hecho lo que es justo”.

Dios escribe con muy grandes caracteres
Para que nuestra pobre y corta vista entienda;
No captamos mas que rotas pinceladas
y tratamos de sondear todo el misterio
De la vida y de la muerte, de marchitas esperanzas,
De la guerra interminable, de inútiles contiendas,
Pero allá, con alcance más claro y más preciso,
Descubriremos esto: Su proceder era el correcto.
John Oxenham

William MacDonald

De día en día