Hay misterios tan profundos en la vida que no los podemos penetrar, pero podemos descansar confiando en que el Juez de toda la tierra es el Dios de la justicia absoluta e infinita.
Por ejemplo, persiste la cuestión de qué pasa con los niños que mueren antes de poder confesar al Señor. Pero debe bastarnos con saber que: “de los tales es el reino de Dios”. Queremos creer que están seguros por medio de la sangre de Jesús. Sin embargo, hay otros a quienes esta respuesta no les deja satisfechos, pero todos debemos descansar sabiendo que todo lo que Dios hace está bien hecho.
Han pasado ya muchos siglos desde que se comenzó a discutir por vez primera el problema de la elección y la predestinación. ¿Escoge Dios a algunos para la salvación sin que al mismo tiempo escoja a otros para ser condenados? Después de todo lo que han dicho calvinistas y arminianos, podemos y debemos confiar por completo en que en Dios no hay injusticia.
Y de nuevo nos topamos con la aparente injusticia de cómo a menudo prospera el malvado mientras que los justos pasan a través de grandes tribulaciones. Se sigue debatiendo acerca de la suerte de los paganos que nunca han escuchado el evangelio. Los hombres se rompen la cabeza preguntándose por qué Dios permitió la entrada del pecado. Una y otra vez nos quedamos mudos ante las tragedias causadas por la pobreza y el hambre y los horribles daños físicos y mentales que la gente padece. La duda murmura continuamente en nuestros oídos: “Si Dios controla todas las cosas, ¿por qué permite todo esto?”
Mas la fe contesta: “Espera hasta que se escriba el último capítulo. Dios no ha cometido todavía Su primer error. Cuando seamos capaces de ver las cosas desde una perspectiva más clara, nos daremos cuenta de que el Juez de toda la tierra ha hecho lo que es justo”.
Dios escribe con muy grandes caracteres
Para que nuestra pobre y corta vista entienda;
No captamos mas que rotas pinceladas
y tratamos de sondear todo el misterio
De la vida y de la muerte, de marchitas esperanzas,
De la guerra interminable, de inútiles contiendas,
Pero allá, con alcance más claro y más preciso,
Descubriremos esto: Su proceder era el correcto.
John Oxenham
William MacDonald
De día en día